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Ah, la fiebre de la primavera...
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Esa explosión de energía, vitalidad
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y apetito sexual
asociada con la primavera.
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Se ha escrito sobre ella durante siglos.
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Pero, ¿existe de verdad?
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Sin duda que hay algo
en el aire primaveral.
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Un estudio canadiense
demostró que la tasa
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de embarazos adolescentes
se incrementa en marzo,
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justo cuando comienza la primavera,
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y otro estudio demostró que los hombres
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producen los espermatozoides
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más abundantes y sanos
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al comienzo de la primavera.
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¿Qué es lo que causa
esta alteración estacional?
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Los científicos piensan
que el incremento de energía
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y la mejora del estado de ánimo
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están relacionados
con cambios en los niveles hormonales.
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Una hormona importante es la melatonina,
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que a veces se llama
"la hormona del sueño".
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Se desprende por la noche y nos ayuda
a conciliar el sueño.
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Cuando las noches son más largas
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producimos más melatonina,
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y en primavera,
como las noches se acortan,
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producimos menos cantidad,
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lo que quizás explica
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por qué nos sentimos
más despiertos y activos.
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La serotonina es otra sustancia
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que afecta nuestro estado de ánimo.
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Se la conoce
como "la hormona de la felicidad",
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y sus niveles se incrementan en primavera
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conforme va haciendo más sol.
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Los antropólogos piensan
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que estos cambios
en los niveles hormonales
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pueden estar relacionados
con la supervivencia
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y con la reproducción.
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Muchos animales entran en
reposo durante el invierno,
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utilizando menos energía
a causa de la escasez de comida.
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Los primeros humanos
podrían haber hecho lo mismo,
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y cuando la comida se hacía
más abundante en primavera,
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tiene sentido que ellos estuvieran...
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más...
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activos...
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No en vano,
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según nos movemos hacia el ecuador,
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la fiebre primaveral desaparece.
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Por ejemplo,
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los científicos han observado
que los cambios estacionales
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y las tasas de natalidad
de los ratones de campo
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descienden significativamente
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según nos aproximamos al ecuador.
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Pero puede que el sol no sea
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el único "energizante" de la primavera.
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En los seres humanos,
la temperatura óptima
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para un buen estado de ánimo
es de 22 º centígrados.
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Y seamos sinceros:
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cuando la temperatura empieza a subir
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nos ponemos menos ropa.
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Para Scientific American
y Instant Egghead,
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soy Yasmin Tayag.